Finalmente llegó el cuarto álbum conceptual de la banda alemana Obscura, último disco perteneciente a la tetralogía iniciada casi 10 años atrás en Cosmogenesis (2009) y posteriormente en Omnivium (2011).

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Es difícil mantenerte atento por más de media hora a lo que pasa con la música a ese nivel de exigencia en los instrumentos, que la impresión por la ejecución siga causando sorpresas y dibujando expresiones, que los cambios de transición sean percibidos y que todo fluya sin esfuerzo en tu cabeza; una carencia del Akroasis y en el que Dilivium resulta ser extremadamente interesante y diverso, cambiando sutilmente el gancho de una canción a otra aunque la premisa sea prácticamente idéntica para nosotros los mortales. Mientras uno siempre será la parte épica e inconvencional de todo el aglomerado, el segundo, o sea este, es el que termina definiendo su orientación a la melodía con altos toques de saturación y exhibición de virtuosismo, en resumidas cuentas la existencia misma de Obscura. Ni más o menos ambicioso simplemente lo que debería ser, algo raro de encontrar. 

La banda utiliza una característica muy importante que no podía faltar y me refiero a la alternancia de voces guturales, voces limpias y el uso de vocoder con más presencia que otras veces. Los solos y acompañamientos del bajo son impresionantes y la actitud del nuevo integrante Rafael Trujillo no deja nada a desear en su desempeño general. 

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